Por Alejandra Torales 1er. Año
Mi experiencia personal ante esta crisis generada para la Gripe A, en estos días de emergencia sanitaria, tuvo que pasar necesariamente por procesos de ajuste y reajuste personal. ¿Por qué digo esto? Porque tuve que ir haciendo procesos en los que -teniendo en cuenta el material “Diez propuestas para navegar situaciones críticas”, elaborada por el Equipo de Investigación Psicosocial Lipán, presente en el blog de primer año- tuve que tener en cuenta en primer lugar aspectos tales como:
Moderar la onda de pánico en mí misma, porque las fuentes de información (TV, Radio, Internet) fueron abundantes, sin embargo no claras, es más, bastante confusas a mi parecer (que se viene el pico en estas semanas, que ya pasó el pico, o sea… ¿a quién escuchar?) Llegó un momento en el que yo misma no sabía qué pensar de la situación y me encontré ante y con el pánico en mí misma. Es por esto que, hablando con los colegas de la institución (que también se encontraban en una situación semejante a la mía) y consultando a algunos profesionales médicos, pudimos aclarar varios aspectos en relación a esta enfermedad y en relación a las medidas preventivas, sin caer en pánico.
Esto de cuidar los Propios Nidos fue un aspecto muy importante para mí, y en este sentido, el hecho de reunirnos periódicamente con el grupo de estudio para preparar la reelaboración o el seguir reuniéndome con los más cercanos a mi entorno, favoreció la baja de la “exterofobia“ diría yo, porque se sentía eso de que “en la puerta de tu casa ya puede estar el virus esperándote al acecho”.
Esto y otros aspectos llevan a la conclusión de que si queremos acompañar a los demás en situaciones críticas, debemos “acompasar” en primer lugar nuestras propias emociones y sentimientos, nuestros propios miedos. Luego de encontrarnos y dialogar un poco con ellos podremos salir al encuentro del miedo de los demás y “navegar” con ellos, de lo contrario, es posible que nos ahoguemos juntos.
Concretamente hablando sobre situaciones críticas puedo hablar de algunas que me tocó vivir:
La concientización en el Colegio donde trabajo, entre docentes y alumnos, que incluía: escuchar en primer lugar los comentarios de los alumnos, sus miedos; y desde allí interiorizarnos con ellos sobre las medidas preventivas en la institución, en los hogares y en la calle. La invitación a moderar el miedo una vez que se concreten las precauciones pertinentes.
La escucha paciente a los padres, más asustados aún que los alumnos, que se acercaban a la institución queriendo retirar ya a los hijos, antes de la hora de salida. Digo paciente, porque al haber mucha confusión ellos manifestaban su enojo a las autoridades del colegio diciéndonos que no estábamos diciendo la verdad, que negábamos casos concretos de gripe existente el colegio, situación de la cual no estábamos enterados ni siquiera nosotros, y que, cuando se manifestaron supuestos casos, ahí sí se tomaron las medidas preventivas. Con algunos fue posible hacer un camino de superación del pánico ante la gripe, y con otros no fue viable por el nivel de ansiedad y miedo que bloqueaba el diálogo y directamente procedían a retirar a sus hijos de la institución.
Ante situaciones concretas de confirmación de gripe A, me tocó acompañar a algunas familias, manteniéndonos en contacto por teléfono o vía internet, escuchando, sobre todo, la experiencia que estaban viviendo: el sentirse marginados por su entorno como si fueran una bomba nuclear activada; creo que eso dolió más que la misma gripe, porque con el tratamiento y aislamiento correspondiente salieron adelante en unos días. Y, en esta escucha, tratando de orientar la mirada también hacia los aspectos positivos: el haber podido detectar enseguida la enfermedad y tener la situación bajo control, aprovechar el tiempo en familia que no lo podían tener por el trabajo, etc. Es más, apenas se recuperó una persona conocida ya se integró a la actividad que teníamos proyectada; aquí me tocó de nuevo escuchar su experiencia de sentirse parte viva y no “peligrosa”, decía ella, de la sociedad.
Ante estas situaciones críticas nuevas y por ello desconocidas para mí, lo más importante fue dar señales de estar presente, de alguna manera, para escucharlos y demostrar lo significativas que son para su entorno y para mí. En primer lugar, navegar en nuestros propios miedos, luego, con los demás, navegar con sus miedos, ante los cuales nos van surgiendo otros miedos que debemos ir aprendiendo a moderar, porque, también en las situaciones críticas aprendemos y crecemos juntos.-